Toda la Europa neolítica tenía un sistema de ideas notablemente homogéneo, basado en el culto a la Diosa Madre (con su diversidad de nombres), que también era conocida en Siria y Libia.
La Gran Diosa era considerada inmortal, inmutable y omnipotente, no existían otros dioses dado que el concepto de paternidad no se había incorporado aún al pensamiento religioso. Ella tenía amantes, pero sólo por placer, no para dar un padre a sus hijos. Los varones temían, adoraban y obedecían a la matriarca. El hogar que ella atendía en una cueva o choza era el mas primitivo centro social y la maternidad, el misterio esencial.
Las tres fases de la luna -nueva, llena y menguante- evocaban las tres edades de la matriarca: doncella, ninfa y vieja fea. Luego, dado que el curso anual del sol recordaba igualmente el auge y declive de sus facultades físicas -doncella en la primavera, ninfa en verano y vieja en invierno-,se identificaba a la diosa con los cambios de estación en la vida vegetal y animal.
La Gran Diosa era considerada inmortal, inmutable y omnipotente, no existían otros dioses dado que el concepto de paternidad no se había incorporado aún al pensamiento religioso. Ella tenía amantes, pero sólo por placer, no para dar un padre a sus hijos. Los varones temían, adoraban y obedecían a la matriarca. El hogar que ella atendía en una cueva o choza era el mas primitivo centro social y la maternidad, el misterio esencial.
Las tres fases de la luna -nueva, llena y menguante- evocaban las tres edades de la matriarca: doncella, ninfa y vieja fea. Luego, dado que el curso anual del sol recordaba igualmente el auge y declive de sus facultades físicas -doncella en la primavera, ninfa en verano y vieja en invierno-,se identificaba a la diosa con los cambios de estación en la vida vegetal y animal.
Robert Graves, Los mitos griegos
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